LA PODA DEL OLIVO

Continuamos aportando al sector productor olivícola desde nuestras técnicas adecuadas para optimizar los rindes durante la próxima temporada El manejo de la poda incide directamente en la distribución de la luz y, por lo tanto, en la capacidad de las hojas de contribuir a la producción de fotoasimilados. Estos serán utilizados por las hojas para su funcionamiento y, como sucede mayormente, serán exportados a las raíces, brotes en crecimiento, hojas en formación y frutos en desarrollo. En la recuperación de montes olivícolas el manejo de la poda tradicional consiste en la eliminación de madera improductiva proveniente de la zona interior de la copa, lo que ocurre en árboles de gran tamaño y con elevados niveles de sombra en el interior de esta.

El olivo es una especie que crece frondosamente, las prácticas de su poda han sido poco estudiadas. En montes bien manejados se debería realizar una limpieza de ramas internas “mal ubicadas” que crecen año tras año. Es altamente probable que en olivos adultos manejados tradicionalmente encontremos hojas con bajos niveles de iluminación, producto de la espesura del follaje externo. Cuando se somete a la planta a una poda adecuada se expone la mayor cantidad de hojas a la luz directa del sol.

En árboles con follaje denso se presenta una gran cantidad de ramas y ramitas con muy pocas hojas, lo cual hace que disminuya la proporción de hojas respecto a madera. Recordemos que la producción de fotoasimilados se debe a las hojas, las cuales debemos cuidar.

Cuando un árbol no se poda existe un gran número de hojas improductivas. Lo que se refleja en una mala distribución de la luz en el interior de la copa.

 La poda para producir

Si partimos de la base de que los árboles están en un buen estado general, entendiendo con esto un buen estado fitosanitario (sanos), bien regados y fertilizados adecuadamente deberíamos basar la poda en dos aspectos claves de esta especie. Uno es la alternancia productiva debido a la “vecería” o añerismo, producto de que los olivos presentan un año muy buena producción y al siguiente año no tan buena. Esto depende de la variedad.

Con lo cual la poda deberá ser más severa, extrayendo más material  cuando se esperan mayores producciones que cuando el año productivo va a ser más pobre (menor cantidad de aceitunas).

El otro punto a identificar es la ubicación de la producción en la planta. Esta ocurre en la brindilla (ramitas de un año de edad) donde se encontrarán las aceitunas este año.

Las variedades de aceitunas que presentan un marcado añerismo, en los años con baja carga de aceitunas presentan un gran crecimiento vegetativo dando origen a brotes largos. En la temporada siguiente esos brotes originarán en sus yemas ramilletes florales. Producto de ello a la siguiente temporada presentarán un desarrollo de brotes muy pequeño debido a la gran cantidad de frutos que hay en los ramilletes, lo que frena el crecimiento vegetativo. Esto confirma la interacción que existe entre la carga frutal y el crecimiento vegetativo. A mayor cantidad de aceitunas en la planta, menor será el crecimiento vegetativo de ese año y por lo tanto menor espacio para “colgar” las aceitunas al año siguiente.

En la efectividad de la poda también entra en juego: la variedad, el tipo de suelo donde se encuentra emplazado el olivar, el riego, la época en que se realiza la poda.

La poda regula, como hemos explicado, la capacidad vegetativa y reproductiva del olivo. Si bien influyen todos los factores que mencionamos anteriormente es la práctica cultural que incide directamente en el rendimiento, calidad, sanidad y rentabilidad del monte frutal.

Sistemas de conducción de la poda

La poda de formación define la estructura de la planta. Junto con la densidad de plantas en la hectárea debe permitir captar eficientemente la energía solar.  Esta estructura se deberá formar en el menor tiempo posible para lograr que el monte entre más rápido en producción.

La intensidad de la poda debe adaptarse a las etapas de la vida por la que el olivo atraviesa, podando con poca intensidad en los periodos juveniles, un poco más en la etapa de adultez y en árboles muy añosos una poda de rejuvenecimiento un poco más intensa, pero espaciada.

Siempre se debe buscar a lo largo de la vida del olivar un equilibrio entre crecimiento y fructificación. No desvigorizando la planta ni envejeciéndola.